Érase una vez, un niño muy avispado, Lucas, que siempre estaba pendiente de todos los detalles de lo que sucedía a su alrededor.
Tan atento estaba a todo, que tenía los ojos abiertos como platos, y nunca cerraba las pestañas…
Lucas iba al colegio como todos los niños de su edad, y allí no tenía muy buena fama, ya que siempre le pillaban hablando en clase o distrayendo a sus compañeros…
Un día en clase de matemáticas, Lucas se dio cuenta de que la señorita Montse, así se llamaba la profesora, entre ejercicio y ejercicio se pintaba los labios y se miraba al espejo de su bolso.
Esto le extrañó a Lucas mucho, ya que su profe de matemáticas nunca llevaba los labios pintados y decidió investigar que estaba pasando…
Al día siguiente, la señorita Montse volvió a utilizar el pintalabios, pero cuando todos salieron al recreo, Lucas se quedó escondido debajo de una mesa hasta que estuvo solo.
Entonces, fue hacia el bolso de su profesora, la señorita Montse, y examinó el pintalabios… cuando se dio cuenta de lo que era se llevó una gran sorpresa… el pintalabios era un micrófono secreto con el que se comunicaba con el profesor de la clase de al lado que podía ver a Lucas por una ventana desde la otra clase…
De esta manera, entre los dos profesores conseguían siempre pillar a Lucas hablando o sin prestar atención en clase.
Lucas no le contó nunca a nadie lo que sabía, pero a partir de entonces se empezó a portar bien, y los profesores empezaron fijarse en otro niño que no prestaba atención en clase.
Lucas se convirtió en el mejor estudiante del colegio, y los profesores le felicitaban todos los días.
No hay comentarios:
Publicar un comentario